Aunque los pendientes son utilizados por muchas mujeres para resaltar su rostro, cada vez más son usados por los hombres. Los primeros pendientes fueron encontrados en sepulturas de Iraq, en la Edad de bronce.
En sus orígenes los pendientes no eran utilizados como un fin decorativo sino como un amuleto para alejar a aspectos negativos como espíritus malignos o enfermedades, y además para atraer aspectos positivos de la vida.
Después de tanto tiempo, en el siglo XX se volvió a recuperar la costumbre de llevar pendientes. Al principio los llevaban las mujeres en sus orejas y más tarde en otros como en la nariz u ombligo, hasta llegar esa costumbre a los hombres.
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