Normalmente cuando pensamos en las cosquillas que nos hace alguien, nos recordamos riendo involuntariamente. Al principio las cosquillas pueden resultar agradables pero al cabo de un tiempo pueden ser molestas.
En realidad, las cosquillas son una reacción nerviosa de nuestro cuerpo de autodefensa ante un estímulo externo. Así también nos puede hacer cosquillas cualquier insecto que camina por nuestra piel, mandando los receptores de la piel una señal al cerebro y convirtiéndose en un cosquilleo haciéndonos saber que algo pasa.
Se cree que las cosquillas es un instinto primitivo, ya que los primates también tienen incluso más. Lo que puede haber sucedido cuando no había lenguaje oral entre ellos, transmitiendo alegría cuando se encontraban con la familia y gritos por algún enemigo.
Así las cosquillas pueden transmitirnos algo positivo cuando se aproxima alguien a quien queremos, y negativo cuando es causado por un extraño. Ésto es común observarlo cuando un niño se ríe cuando le hace cosquillas alguno de sus padres, y grita o llora cuando siente que está en peligro.
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