Es curioso como normalmente llamamos «la tierra» a nuestro planeta cuando en realidad está compuesta por más agua que por tierra, ya que más de dos terceras partes de su superficie están bañadas por agua.
Desde nuestro origen el agua está en un constante movimiento, desde los continentes hasta los océanos formando lo que llamamos el ciclo del agua, gracias al sol. El ciclo del agua consiste en la evaporación del agua líquida que se encuentra en los continentes y océanos, subiendo el vapor del agua hasta la atmósfera. El viento transporta éste vapor de agua a grandes distancias hasta que por determinados factores se condensa en nubes y caiga del cielo en forma de lluvia o nieve. Después el agua cae a los océanos, o a la superficie terrestre que a través de los ríos comenzando otra vez el ciclo del agua.
Hace millones de años la tierra era como las regiones volcánicas, era casi todo fuego y ácido. Se producían lluvias ácidas producidas por el gran número de volcanes, que al chocar con las rocas de la tierra las disolvieron y las redujeron a sales, llegando dichas sales a los océanos por los ríos. Después de tanto tiempo, el agua del mar sigue siendo salada por el ciclo del agua antes comentado.
Aunque llamemos el agua de los ríos «agua dulce» en realidad ésta agua también está compuesta por los minerales del agua del mar pero en menos proporción, ya que éste agua está en constante movimiento y las sales que llegan al océano se quedan ahí más tiempo por su gran tamaño.
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